Norma-alidades: dos relatos breves de Juan Carlos Vásquez sobre el tiempo y el exceso

Foto de gya den

Los retóricos y los oradores copan la escena, invitan a asociar los puntos fuertes de un baile con un salto. Jasmine McDon se ha implantado en la dentadura colmillos de tigre. DJ Andrew abre un telón entre fuegos artificiales y presenta lo que será el sexbinón, un aparato de placer infinito que tiene como fin simplificar lo complejo en las relaciones sexuales de géneros opuestos. La información estará permanentemente almacenada y podrá descargarse.
Intento desentenderme, pero una cantidad incalculable de hechos y gestos, de palabras e ideas me persiguen cuando, en pleno bombardeo a Yemen, el trending topic es el rescate de una perra Shih Tzu de un incendio en una casa de la provincia de Sichuan, en China.

A menudo, apenas veo la aguja del reloj sobre las tres de la mañana y las campanas sonando, me voy a dormir. Lo que es tarde para muchos, para mí es temprano, porque antes padecía de insomnio y ahora duermo. Las campanas en esta iglesia dan la hora, avisan de las festividades, pero también anuncian los fallecimientos.
Aplastado por un repicar lento y sobrecogedor, comprendo que es el sonido: "hay muerto". Si el fallecimiento es de un hombre, el toque finaliza con dos golpes separados. Un toque, si es mujer. Normalmente, el sonido surge a media mañana cuando parece no pasar nada.

Trato de dormirme sin pensar. No tenía ni tiempo para decirme que ya me dormía y, media hora más tarde, me despertaba la idea de que ya era hora de dormir. Es el instante previo, alrededor más que una oscuridad. Personas rescatadas del inconsciente, algo sin razón e incomprensible, algo verdaderamente oscuro cuando se trata de desconocidos alterando un sueño maravilloso para convertirlo en una pesadilla. A veces recuerdo qué causa el sobresalto en medio de la noche, otras veces prefiero no recordarlo. Finalmente ya es de día, la vida se reanuda y al abrir la ventana el aire libre añade una deliciosa turbación que pide a gritos romper con todo. (La ventana).


II

En dirección a esa poderosa quietud desde donde se observa el mundo pasar, encontramos el silencio interior a pesar del bullicio. El desfile de personas y situaciones puede ser maravilloso, pero también puede incluir una suerte de incertidumbre que en cualquier momento puede hacernos partícipes de una gran cantidad de sucesos inesperados. Desde hace tanto tiempo, tengo la costumbre de buscar en la urbe y seleccionar un banco según un criterio estricto en el que los ángulos permitan una perspectiva total sin convertirse en un punto de atención, y así sentir que hay un reaprendizaje de lo remotamente aprendido. Estar con todos y a la vez estar con uno mismo.

Basta con prestar atención a las cosas más simples, al espectáculo de las sensaciones, de las personas que se despliegan ante nosotros en cada momento, a sus palabras, sus susurros y gritos, al sonido leve de las hojas movidas por el viento, al rugir de una moto, al trino de los pájaros y al sonido de los rieles del tren que sale desde el subterráneo. El ritmo de la respiración, todo ese mundo sencillo, inmediato, próximo, que apreciamos cuando estamos actuando desde una distancia que no es tal, en soledad, escuchando, mirando hacia lo que nos rodea y nos nutre, sin esas profundas explicaciones de los que dicen saberlo todo. Son tantos y tan variados. Por algún efecto tendencioso de la escritura, busco la apropiación de esos territorios abandonados de la contemplación. Me invito a la conexión continua del incesante flujo de movimientos y apariencias que, sin decir nada, lo están diciendo todo.

El banco, de madera o metal, con piezas de hormigón, con bloques o ladrillos, en medio de los árboles o arbustos, agredidos por la urbe, indefinidos hasta el límite para hacer de la reflexión un privilegio y llevarnos de la mano por distintos escenarios de intimidad. Desde mi posición, el recorrido visual se llena de referencias y puede llegar a sobrepasarse en un acto de exaltación. Son muchos los entornos de ruinas de las ciudades desde donde nacen determinados destellos que actúan como puertas constelares. El ensayo gana en sus pasajes de largo aliento. Las búsquedas son múltiples, auténticas, universales, se desbordan con pasajes interesantísimos e inspiradores. (Parques, plazas y calles "reflexiones sobre los bancos").




Juan Carlos Vásquez, autor de "Ward's Island: El costado oscuro de Nueva York", ha contribuido en diversas antologías y revistas.


-"Norma" se refiere a un principio o regla que se sigue o se espera seguir en determinada situación.
-"Alidades" son instrumentos utilizados en topografía y cartografía para medir ángulos horizontales o verticales con precisión.
-En un tono irónico, se podría decir: "Norma Alidades es el nombre sarcástico que él/ella/ella/usted utiliza para describir su enfoque de vida sin reglas ni normativas, enfatizando su libertad para vivir sin ataduras preestablecidas".

Foto de gya den: pexels-public domain.


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